En el camino de la vida se van conociendo diferentes platos de comida a través de amigos, la televisión, las revistas y por supuesto los blog de cocina.
Aquí en Inglaterra he conocido una familia japonesa y nos hemos hecho muy buenos amigos ya que tenemos algo en común pertenecemos a otras tierras, este detalle ha hecho que nuestra pasión por la cocina nos haga compartir ideas y poder conocer un poquito más de sus costumbres.
La primera vez que desayune en su casa fue un día de sol en verano y cuando toque la puerta la chica se inclino y me dijo pasa, quítate tus zapatos y aquí tienes tus zapatos unas cholas acolchadas y este detalle me pareció tan lindo y continuamos para la cocina, nos sentamos en la mesa, me ofreció un té verde que trajo de Japón, ella dice que su papá sale todos los días a las 4 de la madrugada a buscar el mejor te, oliéndolo para poder decir es el mejor te verde que ha encontrado en el momento, esta es una costumbre japonesa, no les gusta comprar te empaquetado.
Después de tomar el té sirvió rebanadas de pan tostado colocando las tazas, los cubiertos y las servilletas de tela.
Existen muchos tipos de desayuno japonés a base de arroz blanco, sopas de algas, mariscos y te.
Algo importante que me dijo es que los restaurantes japoneses que nosotros conocemos con todo tan organizado y tan bella su presentación son solo para vender en los locales comerciales y realmente ellos prefieren la comida natural y el arroz blanco sin nada solo aceite de soya y salsa de soya, la soya no falta en su hogar.
El desayuno que presento aquí es hecho a base de germinados sofritos en salsa de soya y mantequilla con un toque de sal, huevos sancochados por 20 minutos después de hervir el agua, cortados por la mitad y aderezados con salsa de soya y sal, se puede agregar salsa inglesa y la combinación es muy rica.
Son ingredientes que todos conocemos con la única gran diferencia, es la manera de prepararlo y la forma de aderezar los huevos, acompañado de té con algas.
Ahora que he conocido este estilo de comida puedo decir que es muy nutritivo, sano y lo más importante delicioso.
Un Corazón no lo podemos comprar y tampoco vender, cuando tenemos uno realmente real tenemos un tesoro en nuestra vida.
Aquí ha hecho mucho frio y de pronto el cielo se ilumino y abrí la puerta y me fui a caminar a tomar aire fresco con mi cámara fotográfica que no se separa nunca de mi, ella es mi fiel compañera, para poder atrapar cada momento mágico que encuentre en el camino y hoy deseo presentar este corazón en las nubes que encontré.
También compré estas flores para decorar la ventana y encontré estos pinos con olor a limón y cuando abrí la ventana todo estaba impregnado del olor a limón, detalles tan simples pueden alegrarnos la vida, porque creo que las flores tienen vida y sienten como uno.